30.10.06

igual que la calandria que azota el vendaval


!) De nuevo estoy de vuelta, dice el chango Rodriguez. Son reminiscencias de mi paso folcklorero (si digo folcklórico se complica), que rima con florero pero sin bombo legüero (que también rima).

#) Batí un record: 6 días sin computadora. Confidencia: mi barba creció al mismo ritmo. El orgasmo no varió mucho. Las pastas de mi vieja rompieron la tierra igual.

+) El mosquito más chico me ganó jugando a las tabas.

*) El litoraleño no quiere contradecir, ya se sabe. Me contaron una anécdota. Puesto de estancia, mi viejo y amigos a punto de salir de caza, encargado de estancia: Don Prudencio.
- Pocos patos Don Prudencio?
- Pocos, fíjese.
- Pero me dijeron que la semana pasada las bandadas tapaban el sol...
- La semana pasada? Un infierno la semana pasada, no se veía el cielo.
- Capaz que al atardecer salgan hoy.
- Al atardecer? Si, seguro.
- Y allá, en aquel estero le tengo fe...
- Si, si. En aquel estero seguro que va´ber, montones.
- Pero pocos patos...
- Si, si, muy pocos.

&) Tenemos problemas de registros, es de familia. Mi hermana en un mc donalds: si querés te traigo un mc colombo (medianamente perdonada porque es la menor). Mi sobrino Mateo: todos tristez, perdió aggentina, los jugadores a casha (120 días hace que terminó el mundial más o menos, perdonado por la edad: 2 años). (Imperdonable) Mi papá:
- Tengo un embole..., hace como 15 días que lo único que quiere saber todo el mundo es quién quiso matar a Isaura.
- ... Isaura? (pensando en algún pariente lejano)
- Isaura, la de la novela de las 5

/) Clap, clap, clap, para los misioneros. Kirchner - Rovira, por qué no se van a la conchaesumá.

|) El superyó freudiano produjo cosas como lo prohibido, el deber, la culpabilidad, que son términos que hacen existir al Otro, son los semblantes del Otro, suponen al Otro. Che loco, regla de tres simple: si nunca se siente un cachito de culpa, o no tenemos algunas pequeñitas prohibiciones y algún cierto delgado deber, quién falta?. La respuesta la podés encontrar en.. en... en ..., la verdad la verdad: no se.

%) Me dan cierta pena algunos símbolos del teclado, siempre los números para las viñetas. Algunos símbolos también necesitan cariño.

25.10.06

viento sur

1) Esa noche el bar del hotel estaba prácticamente vacío. La vi por primera vez detrás de la barra, a pesar de que yo llevaba varios días allí. Cené verduras sin quitarle los ojos de encima. Mis pensamientos tenían una turbulencia que alejaba toda posibilidad de hablar con claridad. Me acerqué a ella con el dinero en la mano, sin esperar que viniera hasta la mesa, como se acerca alguien que ya no tiene nada para dar, que ya no sabe dónde buscar y que sólo puede pedir clemencia, un gesto que desate la angustia y libere ese monstruo desconocido que va haciéndose lugar en el pecho, desplazando los órganos y los huesos. No podía permanecer erguido, la bestia infame parecía querer juntarme los hombros con el vientre. Dejé el dinero sobre la barra y ella atinó a darme el vuelto, sobraban casi 5 dólares. Levanté la mano derecha, diciéndole que estaba bien, que el vuelto era suyo.
- Estoy a prueba dos días, dijo
- No te había visto antes. A qué hora salís, le dije, fijando los ojos en su boca.
- En media hora, pero van a ser 50 dólares. Si querés dormimos juntos en el hotel que está frente a la Plaza de las Flores. Mi cuerpo se retorció imperceptiblemente. Hice un gesto indefinido y le pedí que me subiera a la habitación un jugo de frutas. Llegó casi detrás de mí, yo estaba tirado sobre la cama y le grité que pasara cuando llamó a la puerta. Dejó el pedido sobre una mesa pequeña y se quedó mirándome con la bandeja apoyada sobre sus dedos como si aún tuviera objetos que descargar.
- ¿Puedo tomarme una aspirina? A veces no puedo seguir, dijo mirándome fijamente.
- Si, respondí sin moverme de la cama
- Buscame en veinte minutos, en la puerta de salida del personal, dijo antes de irse.
Puse 200 dólares en la billetera y fui al encuentro. Ella tenía un jean y una remera amarilla. Comenzamos a caminar en silencio.
- Ya estamos cerca, caminemos más despacio
- Me parece bien, más despacio
- ¿ Cuándo te vas?
- En pocos días
- Yo no sé si termino con mis dos días de prueba, ayudame...
- No puedo ayudarte, ¿ sabés?
- No voy a cobrarte, ayudame...
- No puedo, le dije luego de unos minutos, pasándole el pasaporte al conserje del hotel para que me registrara y 50 dólares para la habitación. Llovía torrencialmente. La habitación era oscura, vieja, con la alfombra levantada en varias uniones, la pintura descascarada y varios indicios de humedad. Se sentó al borde de la cama y prendió el televisor. Buscó un canal de música y se quitó la blusa, yo respondí quitándome la remera, así avanzamos, creo que sin mediar ningún sentimiento.
- Voy al baño, dijo. Recién en ese momento pude apreciar la perfección de su cuerpo. Cintura pequeña, pechos firmes y caderas anchas. Su rostro también tenía rasgos conmovedores, una extraña mezcla de indígenas y españoles.
- Bueno, dije metiéndome en la cama, esperando que ocurriera algo que desate algún deseo. Aunque más, deseos de irme de ese lugar.
- Ya está, murmuró metiéndose en la cama junto a mi. Quedamos con los ojos fijos en la pantalla durante una eternidad, sin hablar, sin tocarnos y sentí que comenzábamos a subir a un gran faro a través de una oscura e interminable escalera caracol. Me di vuelta hacia ella, pasando mis piernas debajo de las suyas. Dio un largo suspiro y comenzó a besarme agarrándome el rostro con ambas manos. Comenzamos a movernos lentamente sin separar los labios, y a trepar ese espiralado recorrido. Los movimientos fueron creciendo, primero débilmente y luego con violencia hasta que emergimos de ese laberinto angustiante y sombrío. Yo tiré de su cabello negro con fuerza y ella mordió mis labios hasta lastimarlos. Agitados, en un estado de semiconciencia, éramos dos seres sujetos al mundo por un cono de sombra, en la extremidad del faro. Así estuvimos largo rato, no mirando los objetos de la habitación sino el oleaje rompiendo en la costa y el viento trayendo la sal a nuestros cuerpos. Comenzó a llorar y a decir cosas que no recuerdo, que ya no podía, que no sabía qué hacer, que un hijo, no sé. Lloré con ella. Nos dormimos un rato y nuevamente comenzamos a subir, sin cambiar de posición. La segunda vez fue un espejo fiel de la primera. Antes de dormirme, ella me miró tiernamente y dijo: no sos real, no lo sos. Una especie de terror me recorrió. El teléfono de la habitación sonó a las 5. Debía retornar. Nos vestimos en silencio y salimos a la calle, ya no llovía. La dejé en la puerta de ingreso del personal. Subí a mi habitación y retomé rofundamente el sueño. Por la mañana cuando bajé a desayunar, ella ya no estaba. No había resistido ni siquiera su primer día de prueba. Intenté averiguar dónde vivía, quién era, pero era en vano. Iba a ser en vano.

2) Acabo de cometer dos crímenes, creo. Pedro y Tomás aparecieron con dos mascotas virtuales. Me explicaron a grandes rasgos el funcionamiento mientras yo intentaba que el horno al menos calentara la pizza. Cenaron y se fueron a dormir. Pedro y Tomás, aclaro. Las bellas mascotitas siguieron emitiendo alarmas. Les di de comer, las llevé al baño, las invité a dormir. Pero son insaciables, o no entendí nada. Después de un par de horas de escucharlas con sus demandas, urdí la lenta trama. Las metí en un balde y las saqué al patio. Va a llover, creo. Qué padre este, che.

20.10.06

un mito por ahí... plis


1) Allá por el paleolítico, nuestros antepasados cuando miraban el cielo - lejano tan lejano a sus penas- presenciaban a un gran otro que los trascendía: no podían hacer nada para modificarlo ni para abarcarlo. El cielo los envolvía tibiamente y los expulsaba. Los maravillaba y los espantaba. Eclipses, arcos iris, estrellas, tormentas y meteoros eran la danza y el pavor, la risa y la angustia, la contemplación y la huida. Sin dioses detrás de él, simplemente cielo, el cielo era mysterium tremendum, terribile et fascinans*. Tremendo misterio, terrible y fascinante. ¿ Qué nos queda hoy de aquel otro? ¿ Qué definitiva caida, qué anclas de miradas, qué declinar, qué creciente gravitación nos aisla? Mírame me dice, hasta sangrarte las pupilas. Mírame, soy tu pequeñez, tu inocencia.

2) Juan cipriano fue invitado a escribir para un diario de córdoba, algo así como crónicas urbanas. Una entrega semanal de 3500 caracteres. No será mucho?

* Rudolf Otto, Lo santo: lo racional y lo irracional en la idea de Dios.

16.10.06

el eco de otros gritos

1) Qué consistencia tiene la verdad cuando se mueve detrás de ese oscuro velo entre saber y no saber? Es una sustancia viscosa y mutante o es un estilete rígido y afilado, o tiene en esencia la fortaleza de los fantasmas que con sólo hundirles el dedo se desvanecen como la bruma? Qué extraño orden peligra al asomarnos? Qué interminable caos desaparecería al ver su rostro? Cuál es el primer o el último paso hacia lo no dicho pero largamente denunciado? Quién es dañado y quién es preservado cuando la voz generosamente esperada aparece? Somos sigilosos defensores del espanto. Así, lentamente, la mentira copia fielmente nuestras manos y hunde sus pulgares en la cera aún líquida de la hoja plegada sellando el pacto. Cómplices. Y temblamos frente a la escritura que no debe ser leída. Y apuramos el olvido como otra miserable locura. Hay algo para beber en esta cripta? Este grito es audible para alguien más? O sólo es el eco de otros gritos?

2) HASTA EL FINAL

vi un perro negro muerto
en la calle,
aplastado en medio de la acera, manchado,
porque nevaba.

vi la vida, allí mismo,
y no había más que eso: la coartada
del inocente: pagarlo todo.

sentí en la nieve la vida y me vi morir
como un animal que se resiste
hasta lo último

hasta el deseo de ser rematado,

hasta el gemido final,
el que pide perdón por todo crimen ajeno:
el que perdona a dios.

(Hugo Mujica)

10.10.06

llega la noche

1) Viernes. Tenía que estar a las 18,40 y ahí estuve. Me senté. Cómo estás?, me dijo. Bien, pero hasta acá llego, le dije, hasta acá. Y no quiero más análisis y estudios, ya está. Quiero medicación, nada más. No es fácil, respondió, deberíamos probar porque tu caso es excepcional. Pensé si la palabra excepcional debía ponerme contento. Después pensé que ese pensamiento era una verdadera pelotudez. Hablé compulsivamente. Le pregunté cuánto había de síntomas psíquicos y cuánto de consecuencias de la lesión física. Nunca lo vamos a saber, respondió, pero de algo estamos seguros: la lesión se produjo en los primeros meses de vida y está en la región retrococlear, afectando visión y oído medio. Lo curioso es que es el nistagmus lo que produce alteraciones en el oido medio y no al revés, como en general ocurre, eso es excepcional. De ahí en más, todo influye: la edad, el cansancio, el estrés, las exigencias visuales, las situaciones límites, todo. Sos un discapacitado que todavía no se enteró. Medicame, repetí. Vamos a probar con la betahistina, pero no sé, actúa desconectando parcialmente la información que envía la vista al oido, dijo indicando la camilla. Hicimos las pruebas de siempre, y volvió al escritorio, hubo un curioso silencio. Quiero volver a jugar al fútbol, le dije como si en realidad fuera una gran preocupación, nos reimos un buen rato. Pero no de noche, acotó. Mientras trataba que ese pequeño consultorio quedara definitivamente quieto, le recordé que por eludirlo hace un buen tiempo rompí ligamentos cruzados anteriores y dejé de jugar por dos años. Y cuando pensaste que habías perdido los dientes y sólo te habías quebrado el tabique nasal, te acordás?, agregó. Si, un desastre, también las dos costillas, dale, recetá. Betahistina 24 mg cada 24 hs, no más de 5 hs por día frente al monitor con interrupciones de 10 minutos cada hora, ejercicios para zona cervical, no menos de 8 hs dedicadas al sueño, tratar de evitar circunstancias de movimientos relativos (escaleras mecánicas, cintas en gimnasios, barcos).

2) Me subí al auto. Esperé unos minutos como trazando coordenadas. Tenía una angustia muy profunda, pero rara. Era una angustia con objeto, eso era. Sabía por qué y de qué manera debían plantearse las cosas, defintivamente. Las palabras de aquel especialista que consulté cuando tenía 17, caían como pequeños asteroides. Va a ir empeorando, y vos tendrás que ir readaptándote, una continua adaptación.

3) Investigué sobre la droga. Si bien no tengo síndrome de Menière, la sintomatología es similar. No existe evidencia suficiente sobre los efectos de la betahistina en la enfermedad o síndrome de Menière. La enfermedad de Menière es un trastorno del oído interno que produce una forma de vértigo rotatorio, pérdida auditiva y campanilleo en el oído (acúfenos), que puede ser discapacitante. No tiene ninguna causa conocida. Cuando es secundaria a un trastorno del oído interno conocido, se denomina síndrome de Menière. Ambos pueden ser difíciles de diagnosticar. El fármaco cloruro de betahistina se ha usado para disminuir la frecuencia y gravedad de los ataques. Si bien la droga es muy bien tolerada por los que la utilizan, la revisión de ensayos no encontró evidencia suficiente para demostrar si es útil. Se necesita investigación adicional. Voy a aportar por fin, algo a la ciencia.

4) Me levanté el sábado temprano. Puse en el auto todo lo que el auto podía cargar: pelotas, barriletes, cañas, bolsos, heladera, tejo, cámara y me fui con mis hijos a pescar truchas, a hacer caminatas y en busca de caballos. Alquilé una cabaña en un lugar verdaderamente soñado. El domingo, cuando la tarde se apagaba como un acorde, estábamos los tres con el agua hasta la cintura, las cañas zigzagueando, viendo las truchas trazar curiosas formas cerca nuestro. Los caballos miraban un ritual silencioso. Simplemente, pensé en aquel párrafo de gelman que suelo repetir a menudo: es muy común que un buitre me trabaje las entrañas no devorándolas sino más bien amándolas o como desgarrándolas para sacar a luz mis rostros últimos y míralos me dice mira lo que te comes animal me dice el bello buitre. Todo era perfecto, aunque la noche parecía estar próxima.

5) Por si las putas, esto es leido por sofovich, digo: gerardo, no quiero dar lástima como alejandra pradón, eh, solamente estoy diciendo que voy a bloggear más esporádicamente, y si doy lástima, gerardo, haceme el favor andá arrodillándote mientras me bajo la bragueta. Vale.

5.10.06

No hay dos sin tres


1) - Por qué no nos venís a visitar?, hace mucho que no lo hacés, dice mi abuelo poniéndome una mano en el hombro
- Por qué?, respondo dudando, confundido
- Si, siempre estamos esperándote
- ...
- ...
- Abuelo, ustedes están muertos, desde hace mucho, por eso no los visito como antes.
- Estamos muertos? me dice
- Si, abuelo, están muertos
Hasta ahí llego el sueño, tardé un par de minutos para comprender en qué habitación estaba, de quién era la casa, quién era ella quitándome la mitad de la cama, quién era yo. Me levanté, di un par de vueltas a oscuras por la cocina, me senté junto al desayunador, amagué con encender un cigarrillo, miré la hora. Me quedé un rato aturdido. Darse cuenta. Ese era mi aturdimiento. No de la muerte de mis abuelos (año 89), si no del darse cuenta. Darse cuenta.

2) La palabra que íbamos a pronunciar, a dónde va cuando tenemos un acceso repentino de tós?

3) En el libro Obra Abierta de Umberto Eco, hay un capítulo interesante al final que se llama la Generación de mensajes estéticos en una lengua edénica. Entre otras líneas dice que Dios escribió la palabra azul con bayas rojas y la palabra rojo con bayas azules. Me quedo con la última reflexión: para reestructurar los códigos, es preciso sobre todo tratar de escribir nuevamente los mensajes. ¿Qué tendrá que ver esto con el hoy? Desde hace rato me desvela: cómo establecer los nuevos códigos para una nueva época, hoy que la espantosa esfera de Pascal (el centro está en todas partes y en ningún lugar) parece haberse devorado todo.

4) Mi amiga se quejaba de una eterna conjuntivitis. Le dije: si vos no decidís ponerle el parabrisas al auto, no te vas a curar nunca, mientras le quitaba un par de mariposas secas del pelo.

2.10.06

yo tuve una vez una palabra


1) Entre los antiguos había un modo de adivinación que consistía en echarse a la calle, pescar la primera frase que escuchaban, que no les estaba dirigida - eran significantes atrapados al azar-, y considerarla un oráculo para descifrar. (Jacques Alain Miller, El Otro que no existe).

2) No tengo tallos de Milenrama ni monedas chinas, uso monedas comunes. A veces, las agito y armo el hexagrama. Hoy el 24, mutante. El I ching tiene ese no se qué, del que no me libro tan fácilmente, ya dije, cada tanto.

El dictamen: El retorno. Éxito. Salida y entrada sin falla. Llegan amigos sin tacha. Va y viene el camino. Es propicio tener adonde ir.

3) Si hay algo que nos salva en este mundo es la incapacidad de la mente humana para correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una isla de ignorancia en medio de los mares negros del infinito, y no estamos hechos para viajar lejos. (La sombra fuera del espacio, Howard Phillips Lovecraft).

4) Yo tuve una vez una palabra. La tenía. Si alguien sabe de ella, ruégoles que le avisen que ya no la busco. Que tengo ahora un entredicho con otras mayúsculas. Díganle también, que a veces, deliro adjetivándola pero que en realidad, a ella, no puedo recordarla.