1) Viernes. Tenía que estar a las 18,40 y ahí estuve. Me senté. Cómo estás?, me dijo. Bien, pero hasta acá llego, le dije, hasta acá. Y no quiero más análisis y estudios, ya está. Quiero medicación, nada más. No es fácil, respondió, deberíamos probar porque tu caso es excepcional. Pensé si la palabra excepcional debía ponerme contento. Después pensé que ese pensamiento era una verdadera pelotudez. Hablé compulsivamente. Le pregunté cuánto había de síntomas psíquicos y cuánto de consecuencias de la lesión física. Nunca lo vamos a saber, respondió, pero de algo estamos seguros: la lesión se produjo en los primeros meses de vida y está en la región retrococlear, afectando visión y oído medio. Lo curioso es que es el nistagmus lo que produce alteraciones en el oido medio y no al revés, como en general ocurre, eso es excepcional. De ahí en más, todo influye: la edad, el cansancio, el estrés, las exigencias visuales, las situaciones límites, todo. Sos un discapacitado que todavía no se enteró. Medicame, repetí. Vamos a probar con la betahistina, pero no sé, actúa desconectando parcialmente la información que envía la vista al oido, dijo indicando la camilla. Hicimos las pruebas de siempre, y volvió al escritorio, hubo un curioso silencio. Quiero volver a jugar al fútbol, le dije como si en realidad fuera una gran preocupación, nos reimos un buen rato. Pero no de noche, acotó. Mientras trataba que ese pequeño consultorio quedara definitivamente quieto, le recordé que por eludirlo hace un buen tiempo rompí ligamentos cruzados anteriores y dejé de jugar por dos años. Y cuando pensaste que habías perdido los dientes y sólo te habías quebrado el tabique nasal, te acordás?, agregó. Si, un desastre, también las dos costillas, dale, recetá. Betahistina 24 mg cada 24 hs, no más de 5 hs por día frente al monitor con interrupciones de 10 minutos cada hora, ejercicios para zona cervical, no menos de 8 hs dedicadas al sueño, tratar de evitar circunstancias de movimientos relativos (escaleras mecánicas, cintas en gimnasios, barcos).
2) Me subí al auto. Esperé unos minutos como trazando coordenadas. Tenía una angustia muy profunda, pero rara. Era una angustia con objeto, eso era. Sabía por qué y de qué manera debían plantearse las cosas, defintivamente. Las palabras de aquel especialista que consulté cuando tenía 17, caían como pequeños asteroides. Va a ir empeorando, y vos tendrás que ir readaptándote, una continua adaptación.
3) Investigué sobre la droga. Si bien no tengo síndrome de Menière, la sintomatología es similar. No existe evidencia suficiente sobre los efectos de la betahistina en la enfermedad o síndrome de Menière. La enfermedad de Menière es un trastorno del oído interno que produce una forma de vértigo rotatorio, pérdida auditiva y campanilleo en el oído (acúfenos), que puede ser discapacitante. No tiene ninguna causa conocida. Cuando es secundaria a un trastorno del oído interno conocido, se denomina síndrome de Menière. Ambos pueden ser difíciles de diagnosticar. El fármaco cloruro de betahistina se ha usado para disminuir la frecuencia y gravedad de los ataques. Si bien la droga es muy bien tolerada por los que la utilizan, la revisión de ensayos no encontró evidencia suficiente para demostrar si es útil. Se necesita investigación adicional. Voy a aportar por fin, algo a la ciencia.
4) Me levanté el sábado temprano. Puse en el auto todo lo que el auto podía cargar: pelotas, barriletes, cañas, bolsos, heladera, tejo, cámara y me fui con mis hijos a pescar truchas, a hacer caminatas y en busca de caballos. Alquilé una cabaña en un lugar verdaderamente soñado. El domingo, cuando la tarde se apagaba como un acorde, estábamos los tres con el agua hasta la cintura, las cañas zigzagueando, viendo las truchas trazar curiosas formas cerca nuestro. Los caballos miraban un ritual silencioso. Simplemente, pensé en aquel párrafo de gelman que suelo repetir a menudo: es muy común que un buitre me trabaje las entrañas no devorándolas sino más bien amándolas o como desgarrándolas para sacar a luz mis rostros últimos y míralos me dice mira lo que te comes animal me dice el bello buitre. Todo era perfecto, aunque la noche parecía estar próxima.
5) Por si las putas, esto es leido por sofovich, digo: gerardo, no quiero dar lástima como alejandra pradón, eh, solamente estoy diciendo que voy a bloggear más esporádicamente, y si doy lástima, gerardo, haceme el favor andá arrodillándote mientras me bajo la bragueta. Vale.