30.6.06
28.6.06
La perla del día
O cuando la efímera y miserable consistencia de la comunicación se parece a las fotografías de David Beckham sorprendido en el baño mientras padece una incontenible diarrea:
(Prólogo)
--> Me ninguneás!
--> Cómo que te ninguneo!
--> Si, me tratás como si fuera otro!
--> No entiendo. Otro es más que ninguno. Creo.
--> ...!
--> ...!
(El signo de puntos suspensivos más signo de admiración alude a que el diálogo prosiguió, pero sin palabras. Más o menos unos cinco minutos).
(Epílogo)
--> Chau, nos vemos.
--> Bien, nos vemos.
26.6.06
4 de copas
1) Perpetuum Mobile.
Dijo: estoy podrida de que todo se limite al lenguaje futbolero. Jefes, amigos, desconocidos, familiares. Recancheros. Estás offside, me la dejás picando, buena delantera, hay que jugar en el campo de ellos, me la paso atajando penales, abrir la cancha, tiro el corner y cabeceo, hablamos en el entretiempo, me parece que hay alargue, no pasamos primera ronda si seguimos así, te saco la roja. Pero a fin de cuentas, ¿sabés?, para vivir nunca encuentro suplentes, siempre de titular en esa, siempre.
2) - ¿ Qué queda entonces de aquella plegaria? ¿ Qué resta de aquella búsqueda?
- Nada, una voz ronca e inaudible.
2) "Luego, la vieja máquina se derrumbó pesadamente, ahogando en su caida el estertor agudo de las válvulas". Angel González, Muerte de Máquina (1923)
3) El relojero de Maguncia
"Todo fluye, leyó de Heráclito. Johan Joachim Becher así lo creyó, es más, entendió que siempre había sido así, incluso antes de que la luz hiciera brotar las flores y los pájaros. Becher cerró al punto los ojos e imaginó el universo primigenio larvándose a la sombra de una enana blanca; imaginó también, mucho antes de que existiesen las leyes y el código de Hamurabi, como las galaxias blasfemaban al borde del infinito mientras los cometas jugaban con Dios al escondite. Becher tomó aquella idea primigenia, que ya estaba en la esencia de las cosas, y decidió instalarla permanentemente en un jardín de Palacio. Entusiasmado con el proyecto, el kurfursten de Maguncia, murió creyendo que las bolas y las cargas rodantes del viejísimo reloj de su castillo marcarían un día la penúltima hora del Apocalipsis.
Algún tiempo después, Becher escribiría en su diario: Diez años me dediqué a esta imprudencia, perdiendo tiempo y dinero y haciendo perder mi reputación, todo esto únicamente para decir hoy día con plena convicción que el movimiento perpetuo es irrealizable.
Desde entonces, Johan Joachim Becher pasa las tardes sorbiendo té. El único recuerdo que tiene de aquella cita de Heráclito es un riachuelo que pasa junto a su jardín. Antonio R. Polo, (1998)
21.6.06
palabras y acrónimos
Día del padre. Padre e hijo dialogan. La noche era casi de verano, primaveral digamos. Dos vasos llenos, uno con vino y otro con amargo serrano terma (probé otras marcas, pero ninguno como el terma, dijo). Se miró las manos, confesó que ya no las tiene tan destruidas por el kerosene, el ácido, el filo de los motores, las virutas del torno, esas cosas de cuando trabajaba unas doce horas diarias. Jubilado. Silencio. Prendí un cigarrillo y demoré un sorbo de vino en la boca. La tecnología hizo estragos - murmuró-, ¿ sabés la gente que ni siquiera puede cosechar algodón por culpa de las máquinas?. Cara de pensativos los dos.
- Ahora..., la tecnología es increible...
- ¿ Por qué lo decís?
- Pero fijate sin ir más lejos el fac por ejemplo (léase fax, yo entendí).
- Si. Si. Misterioso.
- No puede ser, che..., ponés lo que quieras y en un minuto tenés una fotocopia en otro teléfono, increible.
Después transitamos por las computadoras, la radio, la locura de los chinos, las prótesis, las armas, el encendido electrónico de los autos, los celulares, los norteamericanos, el microondas, el micrófono. Silencio. El sifón de soda hizo crecer la espuma del último vaso de terma y la botella de vino permaneció hacia abajo varios segundos como para dejar caer hasta la última gota.
- Sabés qué?
- Qué...
- Por eso pasa tan rápido el tiempo, todo el día estás pensando en algo. Los días, los meses, mirá ya es junio. Los años, cómo pasan los años. Siempre tenés un tema para hablar, para asustarte, para sorprenderte. Tantas palabras nuevas. No es como antes. Mirá los chicos, los jueguitos, internet. Antes 10 horas con el balero, con el camión de madera.
Silencio. Pensé en un seminario que debo dar y aún no preparé. Se me vino a la cabeza Business Integration. Digital Business Design. Data Warehousing y Data Mining. GIS. MRP. ERP. Business Intelligence. CRM. Supply Chain Management. E-Commerce. E-Marketplaces. Web Services. Outsourcing.
- Sabés qué?
- Qué?
- Los fideos que hizo la gallega (mi vieja) van a estar buenos, muy buenos, dijo alejándose.
Lo seguí aceptando la invitación. Con mucha salsa, dije cuando pedí el tercer plato.
15.6.06
tarea para el fin de semana largo
1) Un deleite. Recopilación de frases célebres en el último suspiro, ahí, en el preciso momento en que la parca sin más vueltas vacía el cargador y te usa el baño.
Para todos los gustos. Algunas me generan cierta desconfianza, más si se rastrea en las condiciones en que murió el autor. Pero de lo que nadie se priva es de la preguntita: ¨y qué dijo?¨. Yo la formulé cuando partió mi adorado abuelo. La respuesta de la que atendía fue lacónica: 2 pesos al 164 (aún conservo el papelito que me dió). Y comenzó a cerrar los ojos en un puesto de quiniela. Un maestro el viejo, un maestro.
Si pudieras ensayar el asunto, qué dirías?
“Pancho” Villa: “No me dejes terminar así. Diles que dije algo”.
Thomas Jefferson, “Hoy es cuatro, ¿no?”.
Casanova: “Son ustedes testigos: he tenido la vida de un filósofo y la muerte de un cristiano”.
Lord Byron: “Ahora me voy a dormir, buenas noches”.
Wolfgang von Goethe: “Abran la segunda persiana para que entre más luz” se convirtió en “¡Más luz!”.
Walt Whitman: “Levántenme: quiero cagar”.
Oscar Wilde: “Este estudio de los políticos norteamericanos es muy auténtico a la hora de las caracterizaciones. ¿Qué otra cosa escribió la señorita que lo firma?”.
Conrad Hilton: “Metan la cortina de baño dentro de la bañadera”.
Phineas Taylor Barnum: “¿Cuánto recaudó el circo en el Madison Square Garden?”.
María Antonieta: “¡Todas mis posesiones por un poco más de tiempo!”
Isabel I: “Perdóneme, señor”.
Edmund Gwenn: “Morir es fácil. Lo difícil es hacer comedia”.
Dominique Bouhours: “Estoy a punto de –o voy a– morir: las dos expresiones son correctas”
James Roges: “¡Un chaleco antibalas, por supuesto!”.
James French: “¿Qué tal este titular para el diario de mañana: ¡French Frito!”.
Victor Hugo: “Veo una luz negra”.
Voltaire: “No es momento de hacerme nuevos enemigos”.
Henry Ward Beecher: “Aquí viene el misterio”.
Ludwig van Beethoven: “Aplaudan, amigos: la comedia ha terminado”.
Dylan Thomas: “Me tomé dieciocho whiskies: creo que es una marca record”.
H. L. Mencken: “Si, una vez que yo haya abandonado este valle, quieren ustedes recordarme y complacer a mi fantasma, perdonen a algún pecador y guíñenle el ojo a alguna chica”.
Karl Marx: “¡Vamos, fuera de aquí! ¡Las últimas palabras son para los idiotas que se quedaron con cosas en el tintero!”.
2) Me vuelven loco dos epígrafes de una página sobre Nuevas Tecnologías Observacionales:
"Y más si lo refrigeras ..." Jean C. Peltier.
14.6.06
10.6.06
Notario del Breve
Alguna vez, quise ser José Narosky, perdón. Perdón. Torturadme.
(I)
Hablo solo desde hace tantos años,
Que ya no me importa
Quién es el que habla.
(II)
Con las cabezas de los caballos de mi infancia,
Hoy barren las veredas.
(III)
Mientras no sienta miedo
El hombre olvida su espalda.
(IV)
Mi país es como un gran cine:
Todos los días una realidad de película, señores.
(V)
El amor es una guerra
Que termina lavándose las manos
Con la sangre de sus muertos.
(VI)
Hay tristezas como hospitales
Donde nos sentamos a suicidarnos
con la espera vacía de pólvora.
(VII)
La hoja sobre la que escribo y el olvido,
sólo soportan siete dobleces simétricos.
(VIII)
La lengua es una espada que tiembla
Frente a la hoguera de la locura.
7.6.06
Teoría del big bang (del 90)
De las dos muertes
hoy quiero hablar de la perfecta muerte animal
llámese cáncer vejez o mano suicida
me cuesta entender cómo situamos a los muertos
derechos horizontalmente en sus ataúdes
y no en posición fetal si se trata de un retorno
cambiando espermatozoides por larvas
sueño de un hijo por cenizas
y el implacable olvido por la infancia del abuelo
y así hasta Eva
y Adán
pobrecito
con sus testículos soñando toda la humanidad
se sentían solos
pero alguna soledad mayor
la del viento
los echó a rodar mundo
y viento es sólo si en algún momento se lanzó a correr
antes era toda brisa quieta nada perfecta
hoy el viento sigue su derrotero
su vuelo hacia el final
algún día comenzará a hundirse
dejando atrás al nombre del último hombre
que no será más que premonitorio para cerrar el círculo
usará las mismas letras pero al revés
Nada será el último hombre
y se hundirá el viento
nuevamente toda brisa quieta
gris
como un árbol en la plenitud del invierno
hasta que la poesía
no tolere más tanta eternidad no leída
abra los ojos y deje correr
volar
al viento otra vez
(sergio mansur, lo demás es puro verso, 1990, antología de poemas, editorial grafonauta)
2.6.06
El chueco, Gomez, mundial
Tenía los pies hacia dentro, como si cada uno tuviera la intención de ir en sentido diferente. Los talones separados pero las puntas juntas. Además, cada pie no apoyaba toda la planta sino solamente la parte externa. Cuando conveníamos ir a cazar pájaros o a pescar la reflexión obligada era si va Gomez hay que salir una hora antes. Daba pasos cortos, con cierto esfuerzo; tenía una extraña forma de moverse, bamboleando los brazos exageradamente, como si buscara impulsarse usando los brazos como aspas, como si caminara en un terreno fangoso y pesado. Obviamente, a la hora del fútbol hacía banco, como yo pero por razones más comprensibles; dirigía: vos allá de nueve, bajá inútil bajá!, tirá centro!, gritaba desde afuera.
Estábamos en sexto y jugábamos contra séptimo, la despedida. El gran Gomez había elegido un par de zapatillas relativamente nuevas, no tan deformadas, unas medias blancas que le trepaban más allá de las rodillas. Desde afuera gritaba, como siempre. Cuando faltaban 15, el profe le dijo: dale Gomez, entrá por Flores. Gomez le ponía garra, pero no alcanzaba, siempre llegaba a destiempo. En los últimos 5 desistió y se quedo arriba, en la jerga: a tomar mates.
Íbamos 2 a 2, cuando llegó el momento. Era el día de Gomez. Desde abajo, un rechazo de Molina fue a dar exactamente en el pecho de Gomez, el gran Gomez, el chueco. Lo recuerdo en cámara lenta, girando con dificultad y con gracia a unos 6 metros del arco. La pelota lo esperó, estoy seguro, cayendo lenta muy lentamente para que él, perdiendo el equilibrio, con mucha rosca con comba como se dice, la clavara en el ángulo. Todos nos miramos, más conmovidos que sorprendidos, y salimos corriendo para el festejo. Lloró, desde el piso, como 10 minutos lloró. Ya éramos de séptimo, gracias a Gomez.
Durante meses el chueco se paraba en medio de la clase y cuando todos hacíamos silencio, dejaba caer un bollo de papel desde la altura de su pecho y le daba, girando sobre un pie como aquel día (el día de Gomez). Después, con gestos ligeros decía : así le pegué, se dan cuenta?, fácil, con tres dedos. Inatajable.