24.6.07

baldosas flojas (by duda): one best way

1) Amílcar, el desposeído, deambuló por innumerables tiendas buscando esa seda fina de color naranja. Necesito 2 metros, dijo mirando hacia el piso con pudor. Salió a la calle y caminó adherido a las paredes. Entró a su casa, cerró las ventanas y cubrió el maniquí con cuerpo de mujer. Lo llevó a la cama, dejó caer el rostro sobre el abdomen color naranja de fina seda y cerró los ojos. Trazando pequeños círculos deslizó su mejilla hasta quedar dormido.

2) Voy perdiendo las zonas intermedias.
Percibo sólo lo muy cercano
o lo muy lejano.

Este cambio radical de los sentidos
o quizá este surgimiento de un sentido distinto
confirma mi sospecha
de que sólo en los extremos habita lo real.

El infinito no es igualmente infinito en todas partes.

En sus puntos más intensos
las mayores distancias se reabsorven.
La lección mayor del infinito
es dejar de ser a veces infinito.

(undécima poesía vertical. 17. roberto juarroz)

3) Lento peregrinaje de crímenes ajenos, hacia atrás y hacia adelante de los siglos. Hay días en los que no merecemos tanto, o tan poco. Y otros. Ya lo dijeron: pagar por un crimen que no cometiste. Y cometer un crimen por el que no pagarás. ¿Quién te persigue, perseguidor?. Y recordar un crimen que no presenciaste y olvidar el crimen del que fuiste testigo. Y caminar, mitad fuera, mitad dentro, como un equilibrista entre la caída y la tierra firme. Y vivir, a mitad de la espera, a mitad del encuentro, a mitad de la partida. ¿Dije tierra firme sin querer?. ¿Ruégole esa fragilidad tan repentina?.

¿Vas siempre con el mismo cántaro a la fuente?.

4) Si querés volar, volá


18.6.07

Amílcar: el final de harry potter

1) Amílcar, el gran mago, soñó y despertó. Chasqueó los dedos. Fue lo primero que hizo en la mañana. El resto del día sólo se dedicó a intentar comprender por qué, cuáles habían sido los pasajes del sueño que lo llevaron a chasquear los dedos al despertar. A media tarde, se vio involucrado en una pelea callejera. Desde el suelo, aturdido, supo que alguien chasqueó los dedos y dijo ¨vamos, ya está, se terminó¨. Lamió la sangre que bajaba de su nariz. Después levantó el rostro, estaba rodeado de curiosos. Se incorporó, tosió pesadamente, y se abrió paso.

2) ¨¡La hora del encuentro había llegado! Pero, ¿realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían comunicado? ¡Qué estúpida ilusión mía había sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verla a María como una figura silenciosa e intocable. No, ni siquiera ese muro era siempre así: a veces volvía ser de piedra negra y entonces yo no sabía que pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había trascurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro ¨.

Ernesto Sábato. El Túnel. Fragmento del capítulo XXXVI

16.6.07

dios mío, ésto habla!!

1) Amílcar, el deshollinador, con las manos aún negras se sentaba en el cordón de la vereda, con los pies marcaba no sé qué ritmo y decía cosas como: ¨a veces el piso es una gran cama elástica y otras una gran ciénaga, piso cóncavo piso convexo igualmente elásticos pero al revés, entendés?¨. Con el tiempo comprendí que el gesto de los pies no buscaba marcar algún ritmo, se trataba de entender qué le depararía el día. Su día.

2) Si yo fuera Jorge Luis Borges, diría que el texto que sigue es irremediablemente mío:

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. De que me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que uso, el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos me cercan, las hordas. (Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.


(El Amenazado)



(No conseguí ninguna versión de Flor da pele de Zeca Baleiro, que es en realidad la canción que quería poner, aquí está mezclada con Vapor Barato. Cómo me gusta Flor da Pele)

10.6.07

escarbaduras de gallina

1) Amílcar, el inhóspito, coleccionaba farmacopeas. Quería ser un gran boticario. Desde el Recetario Florentino de 1498 hasta la fecha, tenía todas. Perdón, desde antes aún. Tenía la obra "De re medica" de Dioscórides, donde se exponen una serie de productos vegetales con propiedades medicinales y las patologías sobre las que actúan; también los Akrabaddin de médicos árabes como Mesué y Rasís que incluían técnicas para detección de adulteraciones y sinonimias de las drogas vegetales. Eso está bien, decía su mirada. Sos un perfecto imbécil, supo reprocharme una tarde, debe saberse siempre cuál es el mejor veneno, mucho más que saber cuál es el mejor antídoto.

2) <<< alguien deshizo el paraíso y hoy busca respuestas en un costurero / en el orden extraño que le dictan sabiamente las agujas / pide ayuda sin embargo: / mírame / señálame el lugar de la sutura >>> <<< antes dijiste andá con cuidado no vayas como un loco / momentito: / los locos no van / dan vueltas sobre si mismos como una hoja seca que cae / ya supe morirme de mi muchas veces / y aún sigo prologando otras muertes / es que la muerte tiene esas provocaciones esa paciencia >>> <<< me sorprende entonces llorarme leyendo pequeños carteles abrazados a una torre de luz / carteles del tipo arreglo cañerías llamar a tal o cual / pasa que él se subió a una alta escalera para mostrarle al mundo con su cartelito que él puede hacer correr el agua donde no corre / minúsculos ríos dirá indicando que lo ha logrado cuando le extiendas su paga / minúscula paga para un hombre que quiere redimirse >>>

3) “... el vulgo de nuestra nobleza no obedece este precepto, pues piensa que es hermoso y digno no saber formar las letras; se diría que son escarbaduras de gallinas, y si no se te dice previamente nunca adivinarías con qué mano las hicieron”, así definía Luis Vives, uno de los principales teóricos del ars dictaminis renacentista con su De epistolis conscribendis, el estado grafológico de la escritura epistolar en su época, en uno de sus célebres coloquios, aludiendo asimismo Guevara a los renglones tuertos, los que solo se podían leer en parte debido a la mala letra, en una de sus Epístolas familiares, que se fecha en 1523 —quince años antes que los diálogos de Vives—. En ella, igualmente el obispo de Mondoñedo le pregunta a un noble si en realidad no había mojado la tinta con cuchillos. Ambos apreciaban así un declive formal de la escritura epistolar. (Valentín Moreno Gallego. Letras misivas, letras humanas, letras divinas...)

4.6.07

hacer sapito


1) Ponele una muerte absurda, del tipo muchos meses esperando una oportunidad y que minutos antes te ahogues con un caramelo media hora.

2) Lamentablemente hoy hay muchos que de verdad desean dejar la tierra, engañados por una serie de ilusiones ópticas, y también por ilusiones de otro tipo. Yo, en cambio, he decidido dar, uno de estos días, una vueltita por mi jardín, tomando, naturalmente, todo tipo de precauciones. J Rodolfo Wilcock, El estereoscopio de los solitarios

3) Amílcar, el tremebundo, soñó una tarde que era posible alejar a sus amantes untándose con restos de tortas de casamientos. 108 días, 22 hs y 11 minutos se pasó el hirsuto administrando un servicio de limpieza para salones de fiestas. Se cansó de frotarse mansamente postres diversos. Odiaba las milhojas. A los 108 días, 22 hs y 12 minutos, se tatuó en la frente:

Un paranoide es alguien
que sabe lo que está ocurriendo
(William S. Burroughs)