2) Ey loco, hoy está todo bien, qué pasa contigo que no te ponés a escribir un poco, suelo decirme cada tanto. Y cuesta, en serio que cuesta. La penumbra vale más que un rayo de luz, siempre, a la hora de las motivaciones para el cara a cara con la pluma. ¿Qué carajo nos pasa?, también agrego. En general se lo atribuyo a dos alternativas, seguramente (o posiblemente) ninguna o las dos o cualquiera, sean las verdaderas causas de esa imposibilidad. Va la primera: un escritor de córdoba, roberto miranda, supo decirme que alguna vez le dijeron que le habían dicho que el arte en general no sería necesario si vivir fuera un hecho artístico (mis ejemplos serán precarios y al azar, seguramente tengo cientos mejores: encontrarse en un bar con alguien sería algo así como esa escena sobre el puente donde denzel washington abraza a dakota fanning en hombre en llamas, caminar solitariamente como si se tratara de ir deletreando el aleph de borges y hacer el amor sería tensarse en las cuerdas de la guitarra de jimi hendrix). La segunda: tantos milenios de ser culpables de crímenes que nunca hemos cometido (tradición judeo-cristiana y demás yerbas que vienen al dedillo para que no levantemos la vista del piso). Pero hoy está todo bien, y muchas veces lo estuvo, qué más. Entonces hablo de un territorio poblado, donde la única subasta es para decidir cuál es el próximo buen puerto, donde aún persiste el bonarda que se desintegró en la boca como fuegos artificiales después de viajar desde san juan en una valija querible y querida, donde después de la lluvia mis hijos salen casi a medianoche a estrenar sus botas nuevas porque no se puede esperar hasta mañana, donde los perros corean el futuro como canillitas mientras la ciudad duerme como un angelito, donde en el recuento me digo por lo bajo que tengo unos amigos de puta madre, donde lo que falta es pan comido. Y así es, aunque suene cursi y no oprima el pecho. Como si flotáramos, con tanto peso.
2) Mi (mi) amiga Silvina ya dije hace un tiempo vive en Rosario. Y se hace la humilde, dice que tuvo un rato de lucidez frente a la caida de granizo. Mentira, cada vez que toma su cámara fotográfica tiene más lucidez que todos los argentinos que han decidido ser hinchas de boca. La primera de las fotos es de un amigo de Silvina, la segunda es de la humilde. Una postal de un vecindario frente a la granizada. Pero va con yapa: un pedacito del email que acompañó el envío de las fotos:
En un rato el cielo se puso negro, PERO NEGRO, y empezó a soplar un vientito raro, después más fuerte, y de repente una lluvia de piedras de un tamaño que yo nunca había visto, el ruido que hacían era impresionante. Íbamos de un lado al otro de la casa sin entender mucho qué pasaba. Hasta que tuve un momento de lucidez y les dije a todos que nos quedemos en el living, donde no hay ventanas, sólo puertas que dan a un pequeño patio interno cerrado con un toldo (que quedó lleno de agujeros) y a un pasillo. Menos mal, desde ahí veíamos cómo se rompían los vidrios de la cocina y las piedras volaban y rebotaban en las paredes. Los chicos y el gato se asustaron mucho y empezaron a llorar. Un caos. Duró unos 10 minutos que no pasaban nunca. En fin, te mando unas fotos que tomé ni bien pasó la tormenta (fue inevitable hacerlo).
3) Qué semanitas estas, mucho pero mucho hemos hecho. Ya no para las próximas, me pondré al día con muchas cosas y entre ellas, voy a visitar a todos los blogs amigos y dejaré millones de mensajes, auque no me hayan extrañado ni un poquito.