1) Hoy desperté. No está tan mal. Había soñado que corría por un campo sembrado de girasoles, con los brazos en cruz iba hacia una gran montaña de picos nevados. Me sentía feliz. Frente al desayunador, arriesgué un análisis para encontrar las motivaciones que me condujeron a ese sueño. Decidí abandonar mi frecuente visita a ese oasis retrospectivo que había encontrado días atrás. Por temor, simplemente, a que ese sueño se repita.2) Allá por el 50, el gangoso Siglioni repartía su tiempo entre el taxi y el flete, ambas actividades con la misma camioneta. Un día de esos, lo contrataron para hacer una mudanza a un pueblo cercano. Ya en pleno viaje, atravesando grandes algodonales poblados de cosechadores, arrojó su toscano por la ventanilla. Provocó un incendio en su propia carga. Colchones, ropa, armarios y camas se abrazaron en una gran humareda. Los cosechadores apostados a la vera del camino hacían innumerables gestos para que se detuviera. Él, sacando a menudo su brazo por la ventanilla, saludaba. Luego, mirando cómplicemente a sus acompañantes que sin saberlo iban incinerando sus pertenencias, decía: nlo nque pasa es nque por acá todos me nconocen.
3) ELLA
Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza
Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla
Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina
Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad
Era hermosa como un cielo bajo una paloma
Tenía una boca de acero
Y una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía como el mar que siente carbones en su vientre
Como el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como el mar que ha mordido todas las playas
El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia
Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas
Antes que el viento norte abra sus ojos
Era hermosa en sus horizontes de huesos
Con su camisa ardiente y sus miradas de árbol fatigado
Como el cielo a caballo sobre las palomas
Vicente Huidobro



Esta leyenda revela un drama conyugal, que habría sido originado por la conducta de una mujer amante del libertinaje, que abandonó a Crespín, el marido, para entregarse a toda clase de diversiones. Un día, aprovechando que Crespín se encontraba trabajando en sus sembradíos, se alejó de la vivienda dejándole un mensaje por intermedio de un vecino, en el que le hacía saber que había resuelto abandonarlo definitivamente, para divertirse libremente en los bailes del lugar. Enterado el marido de tal determinación, resignóse a vivir solo. Un día este enfermó... enterada de lo ocurrido acudió a verlo, mas que nada acosada por un cargo de conciencia. Tomando la misión de ir en busca de la curandera, en el trayecto ésta se encontró con una fiesta de la que no vaciló en compartir, haciendo caso omiso de la misión que traía. En lo mejor de la fiesta, fue avisada por un vecino que había fallecido Crespín. Sin darle mayor importancia respondió: "Hay tiempo para llorar" y siguió bailando.
