19.9.06

Juan Cipriano Torres IV. Un año


1) Un año con Juan Cipriano Torres. Vamos a terminar de presentarlo. Pensé que nunca volvería a verlo, pero no iba a ser así. El juancho quedó preso en Vera, en la jodida cárcel de Vera. Mis abuelos vendieron la casa, yo volví con mis padres, terminé la secundaria y comencé con la universidad en la docta. Una tarde, de visita por los pagos, le pedí el auto a mi viejo y enfilé para las afueras. Mis abuelos ya estaban muertos. Dí vueltas por la zona, atravesé las calles donde antes gobernaban las canchas de futbol, los criaderos de pollos, el campo abierto: casas y casas y más casas. Me costaba y me cuesta identificar restos de aquello. Pero encontré, aquella tarde, como parte del loteo sobre la enorme extensión que tenían mis abuelos, una esquina con la vieja pileta, una tipa inmensa que nos permitió asar tanta carne bajo su sombra como gritar goles de boca juniors con la oreja pegada a la tonomac. También un par de moras y parte de la construcción de la casa. Quité prolijamente un par de hilos de alambre del cerco y metí el auto. Me senté allí, en las escalinatas de la pileta, raro, como todos los regresos a lugares que fueron nuestros y que el tiempo fue devorando o mudando. Por unos minutos, fui vine fui y vine entre sonidos olores rostros e imágenes, hasta que una voz real, fresca, con acento guaraní me iba a sacudir. Hola patroncito, dijo, sonriendo, mostrando las encías. Ya no niño, patroncito. Hola Juan le dije, y me embargó el mismo sentimiento que me embarga ahora, en este momento. Cómo van tus cosas, agregué. Bien, respondió, no tendría unas chirolas para comprar cigarros para mascar?, susurró mirando hacia abajo con su ojo solo. Le dí dinero, levantó rostro y se quedó mirándome, sonriendo. Quedamos así un largo rato, no teníamos nada para hablar, para comentar, para preguntar, todo lo que nos unía ya no estaba. Sólo estábamos nosotros, unidos por un débil hilo. Oky nga’u (ojalá llueva), dijo. Ojalá Juan, ojalá le respondí. Y se fue, para siempre. Me quedé un tiempo más, hasta que cayó la noche. En la cena con mi familia, sólo me limité a mirar. A mi nunca me amedrentó todo lo que se decía de él, siempre tenía hilo en los bolsillos. Opurahéi tape rupi, es la frase que más recuerdo. Canta por el camino. Si, más hoy, que llueve y cumplimos un año. Por esto, y algunas otras cosas este blog se llama Juan Cipriano Torres. AQUEL HOMENAJE: EL DEL OLVIDO, VIVIENDO VIDAS MENORES. Canta por el camino.

2) Último mensaje en el post anterior, una adelantada. JB dijo Feliz cumple para su blog, Cipriano. No se puede quejar del festejo: la tan esperada LLUVIA!!!!!!!

3) Datos, en la era de la estadística:
  • El 19 de setiembre del 2005 nacía este espacio
  • 19 de setiembre de 2006 escribo el post nro. 101
  • 3700 visitas, desde noviembre de 2005, más o menos
  • Las palabras claves: yakuzi, lindos culitos, nenas tragando semen y múltiples combinaciones absurdas en los buscadores, trajeron más visitas que guillaume apollinaire, césar vallejo, la forestal, Annie Bonny.
  • A mis 10 (más no hay) lectores fieles puedo reconocerlos generalmente por los números de ip de sus máquinas, sus navegadores y las versiones de sus sistemas operativos, está bueno, creo que de eso se trata, de tener interlocutores, pocos, un otro para establecer un diálogo, saber quién se conecta es como verlo venir caminando, de lejos, ah! es pasquín o alejandra o JB o lord o hades o endemus o carlos o amanda o border o kaiten o paula o ... Gracias
4) Para el festejo no hay torta, hay chipá, chipa o chipacito, especie de panecillos de harina de mandioca o maíz, típicos de la gastronomía paraguaya. La ligereza de la fécula de mandioca, molida muy finamente, le da una consistencia especial y permite que sea el queso fundido el que domine el sabor. Y vino. Y sapucay. Después los redondos y ac-dc al taco, y que se pudra la nena.