23.5.06

la musa de la mala pata


Resulta muy curioso cómo almacenamos información. Y cómo aquello aparentemente olvidado, aparece. Dormí mal, me levanté muy temprano y a tientas aún, busqué uno de los libros del Centro Editor de América Latina: La musa de la mala pata - El gato escaldado, de Nicolás Olivari. Creo que mi asociación fue: un poema de ese libro me ¨libraría¨ de tener que escribir algo similar.
Amigos, no reserven odio, es bastante barato.

Insomnio

No mintamos más.
Clávate en tu angustia, no disimules tu opaco gesto,
tu tortura, el otoño enrarecido en tu alma,
la inutilidad de tu juventud inicua.
El barrio es carne de tu carne,
y su misma absurda alma, esa, es tu alma.
No mientas más, ¿para qué?,
aléjate de los círculos literarios, y llora, hombre,
una vez en tu vida, cuando no te ve nadie.
Ten el pudor de tu lágrima, y tu lágrima sea blasfemia,
caló arrabalero, perífrasis de artista,
cualquier cosa que disimule tu escepticismo,
tus amadas que tocan los órganos sexuales,
tu incapacidad de dar, de crear, de amar, de orar...
No creas en nada y no lo digas, muestra tu cinismo como una lápida.
No salgas los domingos de tu cueva,
hazlo a la noche pegado a las paredes,
ocupando el menor sitio posible en el mundo,
para que la vida no te vea y no te escupa.
Todo está dicho ya.
No añadas palabras inútiles a las de los periódicos...
Sé idiota o banal, consérvate ausente de tu mal...
y no se lo digas a nadie, ni a tu mujer,
-ella es chismosa y su carne infecunda propalará tu abulia-...
Estás solo y estás en ti,
¿te ves el nauseabundo pozo de ti mismo
la carroña de tus instintos locos,
de tus quimeras tuertas
de tus siete amadas estranguladas
en la cámara oscura de tu original locura?...
Ponte tu orgullo como tu camisa ,
odia mortalmente, odia a fondo,
con el odio untuoso de los malevos,
y el mismo odio de las prostitutas...
Haz el poema de tu animalidad
cuida estilizar tus podredumbres,
saca brillo a tus crímenes;
hay fiesta en la ciudad de mis años muertos...
¡ah los gusanos tuertos que buscan mis ojos en la oscuridad!...
Ciudadano, ciudadano, y con veinte siglos de literatura en el pecho,
disimula... disimula...
Y ODIA, odia, ¡ah la hora del odio!
odia, odia, ¡ah! la espera del odio,
tendido en flecha hacia el que odias...
el epigrama... el epitafio, la sorna,
la bella calumnia infame que acogota la sublime basura humana...
y luego tu tos...
siempre tu tos...