23.2.06

Todo concluye al fin, nada puede escapar

8 días de trámites. Los primeros 6 los voy a abreviar: realizar un ahorro en el cambio de un auto usado por uno nuevo, evitar el gasto de gestores. Libre deuda en Rentas, Municipalidad, Juzgado de Faltas, 2 inspecciones policiales de los vehículos, 2 pasaditas por el registro del automotor (transferencia de uno y alta del otro), múltiples idas y venidas a los bancos para reunir el dinero propio y ajeno (dos préstamos solidarios) y los trámites diversos de las concesionarias. Infinitas colas de infinitas horas de infinitas personas con infinitos motivos para el abatimiento. Creí que no lo podría soportar un par de veces y realicé infinitas estrategias obsesivas para no huir: simulé posibles incendios, calculé el consumo de energía, los mts2 cubiertos, la edad promedio de los que nos mirábamos sin ninguna expresión en los rostros, leí infinitas secciones de diarios que nunca me interesaron. Pero lo jugoso está en los 2 últimos días: realizar el cambio de domicilio en los documentos de mis hijos y el mío para apuntarle a una casa financiada por un Programa Federal de Viviendas para Clase Media. Hasta el nombre del Programa me deprime, más cuando todas las cosas que realizo son un retorno a foja cero, un volver a empezar, porque detrás de la separación ya quedó una casa y esas cosas. Esto ya lo hice o lo hicimos, pensaba a cada momento. Ayer me levanté a las 5,30 de la mañana para ir a hacer cola para esperar que a las 7,30 los empleados municipales tuvieran el delicado gesto de repartir números, 30 números para unas doscientas personas, para que la realidad me mostrara que yo era el número 27 para que a las 8 estuviera en una estación de servicio desayunando para rearmar la agenda y trasladar a hoy lo que pude haber hecho ayer. La excusa de los empleados fue somos sólo cuatro porque están 3 con carpeta médica y 2 de vacaciones, deben comprender. A las 8,30 estaba sentado en la computadora intentando formular un proyecto sobre eficiencia energética, para desarrollar un programa de difusión que persiga buscar cambios en la conducta del consumo, apagué el tema a las 2 de la mañana de hoy, girando la perilla del despertador para que sonara a las 5. Sonó, me acomodé dentro de la ropa, repasé lo que debía llevar y corrí hasta el auto bajo una lluvia fría y espesa. Conté los de la cola, eran 19, me senté (hay unas 25 sillas) rogando que el viento fresco que atravesaba la sala les proporcionará buen humor a los empleados y por lo menos, repartieran números hasta el veinte. Me puse a leer Las Conversadoras, entrevistas de Xaviere Gauthier a Marguerite Duras:
M.D. – Hay un soldado en cualquier hombre. Algunos se animan a hablar de la nostalgia por las guerras, pero veo que es una nostalgia muy inconfesada, ¿no?. Está el soldado de la familia, de la mujer, del niño, soldado papá, pero todos lo son, creo que todo hombre está mucho más cerca de ser general, de un militar que de cualquier mujer.
X.G.- Es verdad lo que UD. dice. Me entusiasma porque es precisamente así.
M.D. – Es la clase fálica, es un fenómeno de clase. Hay que decirlo claramente.
X.G. – Sí.
M.D.- No los estoy acusando en este momento.
X.G. – No, es un análisis. Creo que no hay necesidad, tampoco, de mostrar agresividad.
M.D. – Hay que esperar que eso pase, hay que esperar que desaparezcan generaciones enteras de hombres.
Las 7,30 trajo nuevamente a esa mujer exhibiendo obscenamente su pequeño espacio de poder, sólo 30 numeritos y mantengan la fila, no se desordenen, pero son 30 trámites por lo que si hay alguien que va a hacer más de un trámite debe sacar tantos números como trámites, se entendió?. Pensé por dentro, yo tengo 3, estaré dentro de los 30?. Afortunadamente si, 23, 24, 25. Volvé alrededor de las 9 me dijo. Desayuné y volví. 10,05 gritaron el bendito numerito.
- Sentate
- Gracias
- Trajiste todo?
- Si, contrato de alquiler, partidas de nacimientos, impuestos que certifiquen dirección, arancel y documentos.
- Se fue el calor
- Si
- Acá estoy cansada, dan mal la información en ventanilla y después me los tengo que aguantar yo
- Si, Si
- Tu hijo mayor está afuera?
- No, por qué?
- Porque tenemos que tomarle las huellas dactilares
- No sabía, pregunté y me dijeron que era sólo esto
- Viste? Tenés 20 minutos para traerlo, si no queda para mañana
- Bueno
Salí celular en mano para decirle a la empleada que lo despertara y que lo vistiera. Llegué en 10 minutos. Retorné con Pedro y Tomás.
- Ya llegaste
- Si
- Él es Pedro
- Si
- Se cayó el sistema
- Si?
- Pero vamos a hacerlo manualmente, yo me gané este trabajo y no lo voy a soltar, gané un barrio y primero me mandaron a limpiar pisos, desagradecidos, a ese barrio había que ganarlo si o si, este es un cargo político, vos sabés lo difícil que es estar en un lugar como este?
- Si
- Bla bla bla bla bla
- Sí, sí sí sí sí sí
Salimos, mis hijos me tomaron de la mano, como intuyendo que debían remolcarme. Corrí el asiento del auto unos diez centímetros, tenía la sensación de no llegar a los pedales.
...
M.D. - No estamos en la competencia, estamos en la oposición
X.G. – Sí, en todo caso, así debería ser.
M.D. – Son los hombres los que sostienen el mercado. Entonces evidentemente en ese comercio, son competidores, ¿ pero nosotras?
...
Sí sí sí. Un retorno a foja cero, un volver a empezar.
Por primera vez en 8 días, mis hijos me hicieron sentir que no me había encogido, que seguía teniendo la misma estatura.