En un borrador del 2010, antes de bajar el blog por casi 4 años, quedó esto:
Quizá
entre un estado y el otro
ya no residan las palabras.
Quizá las palabras ya no sirvan para decirnos esto y aquello.
Curioso, muy curioso. Vengo a darle de alta nuevamente para documentar algunas cosas y lo curioso es que lo que quiero escribir está relacionado con aquello del 2010, es más o menos lo mismo.
Charlaba con Amílcar y Julián hace unos días sobre lo que me pasa y sobre por qué no puedo ponerlo en palabras. Igual me las arreglé para explicar:
Cuando la realidad se parece cada vez más a si misma, todo irremediablemente empeora.
Es como leer un libro que fue leído infinitas veces e infinitas veces comprendido, pero ahora le faltan páginas o párrafos completos; vos sabés que faltan, por eso no podés comprender la historia nuevamente, pero no sabés cuáles son las palabras que desaparecieron. Por momentos recordás lo que falta pero cuando querés armar el libro volvés a olvidarlo, y así.
Amílcar y Julián no estaban escuchándome. Con los auriculares puestos me miraban bajando las comisuras de los labios y moviendo la cabeza frenéticamente. Un temazo, escuchalo, dijo Amílcar.