1) Supongamos que sos la que me reescribe, la que me transita desde antes. Supongamos por un momento que soy quien te piensa, quien te anuda a una búsqueda. Supongamos que somos esa invención que el tiempo anida y no deshace, esa dádiva del paraíso. Supongamos a esta altura que somos los que nos sujetamos de este lado, como si el otro no debiera confinarse al olvido. Supongamos que en algunos momentos entre yo y yo estás vos, y que entre vos y vos estoy yo, ya no la soledad ni el enemigo. Ya no el niño blanco abofeteando a sus muñecos negros ni el niño negro peinando su peine blanco, supongamos, sino más bien la vida fuera otra cosa: un escenario azul que nos demore. Supongamos que yo escribo al dorso de tus labios: la noche enciende el misterio como el mediodía consume las sombras, esas formas imitando el vacío, gestos que se apagarán en la caída en la gravitación natural del encuentro, y digan tus labios cualquier cosa al dorso de estas palabras que no son sino tu ausencia. Supongamos.
2) Tiemblo. Sin embargo el viento, afuera, sigue desprendiendo las hojas secas. La hormiga y su peregrinar hacia el invierno, el pájaro y su saliva.
3) Usando todos los objetos de las imágenes, podrás escapar de tu celda. Sabés cómo?