26.3.07

Ni el tiro del final te va a salir


Sábado. Llovió, y llovió y llovió. Desayuno en la luna. Almuerzo con los vándalos. Más tarde le dije: no me podés fallar, pero no, la heladera no se rompió, la muy puta, la miré fijamente durante todo el fin de semana esperando que cerrara la lista. La abría cada tanto y no, seguía la lucecita encendida. Me hallé bebiendo triste y fatal. Que no se haya roto la heladera es un atentado porque se tenía que romper, pero no se rompió. Se va el caimán, se va el caimán, se va para barranquilla, canté y canté bajo la luz de las velas. Domingo: pollo con papas fritas. Después la plaza, y todos diciéndome profe profe acá acá. Les dije que había jugado en las inferiores de platense, de donde salió el bati. Me pidieron autógrafos. Les firmé a todos un brazo con una fibra que-me-al-can-za-ron mis hijos. Cierto que jugaste con el bati? Te puedo mostrar el video donde te alza cuando eras chico, si querés. Roe mi frente dura el lobo de la media noche decía aquel fijman. Los mormones ya no me invitan a bautizarme porque dicen que yo no lo voy a hacer, sólo pasan y dialogamos un rato, les doy agua y beben como si fuera el último día. Cuando creo que está todo mal, la heladera no se rompe. En mi gemido conté mi soledad envejecida; conté todas las noches de mi vida, el agua perturbada de mi reposo: no se va, fijman no se va, no se va, fijman no se va. Y ella no tiene la culpa. Yo solito me subo a esta calesita de insomnios. Me da boletos por toda la plata? Señor, piérdase la sortija en el bolsillo y no permita que suba nadie más. Soy respetuoso.